Desde 1970, cada 22 de abril se conmemora el Día de la Tierra, adoptado por la Organización de las Naciones Unidas en 2009. A más de 50 años de este llamado a la conciencia ambiental, en 2022 existen oportunidades internacionales que debemos aprovechar para la subsistencia de la vida en el planeta.
El COVID-19 agudizó algunos factores de la crisis ambiental (la generación de residuos y la demanda del transporte de mercaderías) la humanidad requiere de estrategias claras para contrarrestar los retrocesos que se han sufrido en materia ambiental. Uno de los cambios que hemos observado en los últimos años es la forma en la que nos desplazamos las personas y nuestros bienes: la movilidad.
Esta se relaciona con el ambiente debido al origen de la energía que impulsa nuestra movilidad, así como las emisiones a la atmósfera de los modos de transporte. Más recientemente, surge la problemática del manejo y disposición de residuos de las baterías de autos y transportes eléctricos.
Además del daño ambiental y la contribución de gases al cambio climático, las emisiones generadas por la movilidad causan daños a la salud de las personas. Es fundamental impulsar el desarrollo de energías renovables, limpias y justas contribuyendo así a la conservación ambiental desde la movilidad.
Pero la energía y las emisiones no son ni el único ni el más grave de los problemas ambientales relacionados con la movilidad. De primera importancia resulta la seguridad vial. La vida, la salud y el bienestar de las personas son considerados elementos del derecho a un ambiente sano.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más de 1.3 millones de personas mueren cada año en el mundo a causa de siniestros de tránsito. Para la conservación del ambiente, resulta entonces esencial la vida de las personas. Es por ello que con acciones en materia de movilidad, se deben prever y prevenir los siniestros de tránsito y otros causantes de inseguridad.
Cuando nos referimos al ambiente pensamos en bosques y otros ecosistemas, pero nuestro entorno más inmediato día a día es el espacio público. Su calidad incide de forma directa en nuestro disfrute de un ambiente sano. El espacio público a escala humana y accesible para todas las personas propicia una mejor calidad de vida.
En cambio, los vicios de movilidad que se han repetido en los últimos años, nos han traído infraestructura vial hostil que segmenta a las comunidades, generando barreras al desplazamiento o al disfrute de un ambiente sano para nuestro desarrollo.
Podemos mencionar también la vivienda, otro derecho humano relacionado con el ambiente sano, que representa nuestro hábitat. La vivienda debe ser accesible y cercana a los bienes y servicios que ofrece nuestro entorno, eliminando barreras para el adecuado desarrollo de las personas.
Entre las herramientas para alcanzar una movilidad en equilibrio con el planeta Tierra se encuentran la regulación y el ciclo de las políticas públicas. En el ámbito internacional, desde hace más de 30 años los tratados ya reconocen la contribución de la movilidad al daño ambiental.
Por ejemplo, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y su Acuerdo de París establecen obligaciones de reducción y reporte de las las contribuciones nacionalmente determinadas (NDC’s, por sus siglas en Inglés), lo cual se vincula claramente con las emisiones provocadas por el transporte y las industrias, entre otras actividades humanas.
El derecho ambiental internacional resulta insuficiente si éste no es implementado en cada país. En México por ejemplo, se ha desarrollado de forma notable el marco normativo en materia de movilidad y su relación con la regulación ambiental y de los derechos humanos.
En 2020 se aprobó de manera unánime en el Congreso de la Unión adoptar una reforma constitucional que reconoce el derecho humano a la movilidad, cuyas características incluyen la de sostenibilidad por su íntima relación con el ambiente.
El 5 de abril de 2022, el Congreso de la Unión aprobó la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial, esta recoge buenas prácticas al vincular y articular diversos asuntos, autoridades y sectores en los que se desarrolla la movilidad con una visión de desarrollo sostenible.
Se debe propiciar la colaboración de las diversas personas y sectores interesados y co-generar condiciones para los modos activos de movilidad en un territorio interconectado y accesible. Una movilidad que contribuya a la protección ambiental y el desarrollo sostenible es posible.
Por: Luis Paz Flores. Abogado ambientalista por la UNAM y la Universidad de Nottingham. Consultor jurídico ambiental, especialista en movilidad. TW:@pazplanetafuga.